El banco de Maribel
Aunque va pasando el tiempo, hay vacíos que nunca se llenarán. Se nos hace extraño acceder a San Rafael y no encontrarte sentada en tu banco, con tu revista, controlando quien entra y quién sale, regalando sonrisas, esperando la visita siempre deseada, pidiendo que nos acercáramos con ese gesto de tu mano tan característico, aproximándote con tu paso inquieto pero decidido, peguntándonos por los nuestros, y también por lo tuyo, provocando sonrisas, regalando vida.
Maribel, con su acogida, calidez, dinamismo y alegría, no solo ofrecía la mejor bienvenida a los habituales ó esporádicos visitantes, sino que era nuestra mejor tarjeta de presentación, pues ella representaba la felicidad que aspiramos apoyar para cada una de las personas que viven o acuden a este centro.
Desde el jueves, y gracias a tu querida hermana Ana, cada vez que llegamos a San Rafael no podemos dejar de evocarte cuando encontramos ese banco de piedra, coqueto como tú, salpicado de flores que nos trasladan a tu alegría, ofreciendo descanso, sombra y acogida como tantas veces tu lo hacías.
GRACIAS A LAS DOS.